Publicado el 17 de enero de 2022 por Leonardo

Vender ropa interior usada, ¿un nuevo tipo de prostitución?

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La ropa interior forma parte de nuestras vidas desde que tenemos uso de razón. Nuestro armario puede ser más o menos amplio y nuestra ropa estar más o menos a la moda, pero lo que nunca nos puede faltar es una muda limpia. Tanto en los chicos como en las chicas, a partir de cierto punto la ropa interior pasa de ser una prenda más a convertirse en una importantísima. De hecho, es habitual ir conjuntadas, en el caso de las chicas, y llevar una ropa interior bonita ante la más mínima oportunidad de que alguien la vea. Si la chica acude a una cita con lencería o una conjunto de ropa interior bonito, es toda una declaración de intenciones. Los chicos son algo menos curiosos en ese sentido, pero también se cuidan de elegir la ropa interior adecuada para cada ocasión. En su caso, los calzoncillos tipo bóxer son la opción más habitual.

Sin embargo, la ropa íntima femenina es un universo mucho más grande y variado, con  todo tipo de prendas que tienen la misma función, pero diseños muy diferentes. Por ejemplo, para la parte inferior, una chica puede usar unas braguitas más anchas, otras tipo culotte, o incluso un tanga de hilo. Y si nos vamos a la parte superior, los brassier pueden ser de todo tipo, forma y color, adaptándose también al estilo de la chica. Pasear por la sección de lencería de una tienda es una experiencia realmente curiosa para un chico, ya que hay algo en esas prendas que nos llama la atención. Son mucho más bonitas y espectaculares que nuestra ropa interior, empezando por ahí, pero también encienden nuestro instinto más sexual. La ropa interior femenina nos pone, y de hecho, hay muchos hombres que tienen clichés verdaderamente específicos con ciertas prendas, como pueden ser los tangas. El fetiche se lleva a un nuevo nivel cuando la ropa interior ha sido usada por una chica que, además, nos atrae sexualmente. Se convierte entonces en una especie de trofeo que salvaguarda su olor, su tacto, como si fuera la esencia de la propia chica. Y del fetiche al negocio hay solo un paso…

Un fetiche habitual

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El fetiche con la ropa interior seguramente provenga de nuestra adolescencia, cuando nuestra sexualidad estaba despertando. El más mínimo atisbo de algo prohibido parecía un mundo, y así es como nos topábamos con la ropa interior de nuestras madres o hermanas, directamente en casa. Sin pensar en nada incestuoso, nos llamaban la atención esas prendas porque sabíamos que eran la última barrera antes de la desnudez total. Las erigíamos como un fetiche sexual inamovible, porque además estaban en contacto directo con las zonas más deseadas de la anatomía femenina. Ese punto de disfrutar aun más de esas prendas cuando están usadas ha llevado a muchos a desarrollar una verdadera obsesión. Tanto es así, que el negocio de venta de ropa interior usada se está disparando en los últimos tiempos.

Internet, el lugar donde todo se compra

La llegada de Internet nos ha demostrado dos cosas por encima de todo. Lo primero, que tal como auguraba Einstein, la estupidez humana parece ser infinita. Y lo segundo, que por muy rara que sea tu filia, tu fetiche, siempre habrá mucha gente dispuesta a compartirlo. La red nos ha permitido poner en común aficiones, desde inofensivos chats sobre grupos de música hasta las confesiones sexuales y anónimas de los foros más morbosos. Allí uno puede exponer lo que más le gusta sin miedo a ser juzgado. Y sorprenderse al descubrir que, al contrario de lo que pensaba, hay mucha más gente con sus mismos gustos, aunque no puedan ir pregonándolo por la calle. El fetiche de la ropa interior usada no es precisamente extraño, pero está claro que gracias a Internet está viviendo una nueva edad de oro.

Y es que la red ha facilitado muchísimo este tipo de negocios rápidos, anónimos y totalmente discretos. Si antes parecía imposible poder comprar unas braguitas usadas de una chica que te excitaba, ahora tienes páginas enteras dedicadas a ello. Y además, de forma totalmente legal. No hay nada que te impida comprar, de forma anónima, el sujetador de esa influencer tan sensual que tiene miles de seguidores. De hecho, ellas mismas han entendido, después de un poco de reticencia, que este negocio puede ser una de sus mejores bazas de ingresos, por muy absurdo que parezca. Llevar la ropa interior un par de días, impregnarla bien de su olor y su esencia, y luego venderla por precios imposibles a hombres que están deseando poseer algo suyo. ¿Qué puede fallar?

Chicas que viven de este negocio

Hay que advertir de que este negocio, a pesar de lo novedoso que parece, tiene ya mucho tiempo. De hecho, seguramente ya funcionaba en cierta forma en siglos anteriores, pero fueron los japoneses los que lo hicieron viral en las últimas décadas. El país nipón, muy estricto con las conductas sexuales, es a la vez el lugar donde más filias de este tipo se dan. La fijación por la ropa interior femenina es una de las fantasías más habituales entre los japoneses, que no tienen reparos en pagar mucho dinero por este tipo de prendas. Con la llegada de Internet, aquel negocio expandió sus alas y se convirtió en algo global, en paralelo al fenómeno de popularización de las modelos eróticas amateurs.

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Onlyfans ha sido sin duda la joya de la corona en este sector. Una plataforma que permite a cualquier chica, en cualquier lugar del mundo, convertirse en una estrella erótica y ganar mucho dinero con fotos y vídeos sensuales. Cada chica decide hasta dónde está decidida a llegar, y las fotos en bikini del principio pueden quedarse ahí, o convertirse en el primer paso para mandar vídeos explícitos a los clientes que sepan pagar por ellos. Y luego está el negocio de la ropa interior usada. La chica se compra un conjunto de lencería bonito, se hace fotos con él, graba un par de vídeos más o menos eróticos y luego vende ese mismo conjunto por cinco o incluso diez veces lo que le costó. Un negocio redondo que está haciendo que muchas chicas hermosas y sin prejuicios se hagan ricas, controlando además su propio contenido.

¿Se puede considerar prostitución?

Muchos expertos afirman que Onlyfans es el primer paso hacia la prostitución para estas jóvenes, ya que obtienen dinero fácil a través de ciertos servicios eróticos. Obviamente, la mayoría de chicas que venden su ropa interior por Internet no son prostitutas como tales. Es decir, no cobran por realizar servicios sexuales explícitos a los hombres. Pero el componente erótico de la venta de estas prendas es indudable, y ellas también son conscientes de eso. ¿Estaríamos hablando de una especie de prostitución online, algo más soft y liviana? Cada cual tendrá su idea, pero el caso es que en una época de crisis y constantes problemas económicos, estas chicas han encontrado un filón que parece inagotable.