Los principios de las relaciones siempre son idílicos. Todo va bien, apenas hay discusiones, y tenemos a la pareja tan idealizada que es difícil que algo falle en esa idílica relación. Sin embargo, seguro que a la mayoría nos ha pasado que, en un momento dado, nos damos cuenta de que aquel sexo pasional y salvaje del comienzo ha ido decayendo con el tiempo, hasta llegar a periodos en los que perdemos completamente el interés.
¿Por qué sucede esto? Te preguntarás a menudo. Puede haber miles de razones para que esto suceda, pero si lo tratamos a grandes rasgos vemos como un factor fundamental la aparición de la monotonía. Es en ese momento en que cada día parece igual que el anterior, en el que nos sentimos dentro de El día de la marmota, cuando empieza el problema. Y es que es normal que si realizamos siempre lo mismo, al final nos cansamos. Es de cajón.
El cambio como receta imprescindible
Así que la primera norma está clara: intenta que cada día sea distinto. Esto es una forma de hablar, no se trata de que tengas que estar las 24 horas pensando en lo que vas a hacer al día siguiente. Pero sí intentar reavivar las calderas del amor de cuando en cuando. Por ejemplo, prepara planes sorpresas, cenas románticas, escapadas a otras ciudades, reserva una habitación en un hotel de lujo… lo que sea que creas que os puede agradar tanto a tu pareja como a ti.
El estrés y el trabajo tampoco son buenos compañeros para la vida sexual. O dicho de otro modo, la tensión que vamos a acumulando en nuestro día a día, sumado al cansancio que provocan los ritmos del trabajo, hacen que de manera física desaparezcan las ganas de pasar un buen rato en la cama.
Trata de dormir más horas, al menos durante algunos días de la semana, si no puedes todos. Descansar lo máximo posible te ayudará en tu vida en general y mejorará tu humor y su estado mental. Esto, a su vez, puede ayudar a relajar la tensión del día a día, aunque sea imposible de eliminar del todo. En este sentido, conviene ver las cosas siempre con perspectiva, y no tomárselo a la tremenda. Esto es mucho más fácil decirlo que hacerlo, lo sé, pero intenta relativizarlo. Tu vida y la de los que te rodean es mucho más importante que un trabajo, no lo olvides.
La comunicación: el mejor arma contra los problemas
En muchas ocasiones, al entrar en una de estas fases, entramos en una peligrosa espiral en la que el ambiente se enrarece, y ninguno de los dos sabe muy bien que es lo que está pasando. La bola va creciendo, hasta que finalmente explota un problema que no se sabe a ciencia cierta por qué viene provocado. Hay una forma de evitar que se llegue a esta situación. Atención al siguiente consejo, porque es algo vital para solucionar cualquier problema al que nos enfrentemos: hablar.
Así de simple, hay que mejorar la comunicación. Hablar los problemas. ¿Qué una de las personas que forman la pareja, o los dos se muestran apáticos? Pues se comenta y se discute. Es mucho mejor intentar llegar al fondo de la cuestión entre ambos, lo cual fortalecerá lazos y hará que todo fluya de una manera más natural y mejor. De hecho, este extrañísimo sistema que consiste en verbalizar los problemas con la persona que quieres, a fin de solucionarlos, es uno de los más útiles que se conocen. Perdón por la ironía, pero era necesario.
Conviene no dejar marchitar las flores e ir regándolas día a día. De esta forma, podrás mantenerlas sanas y fuertes durante largo tiempo. No dejes, por lo tanto, que tu relación se marchite, y con ella se vaya el deseo sexual.